jueves, 2 de diciembre de 2010

Primera Final; un paso en falso.

Después de 15 años, Independiente volvió a disputar una final de un torneo continental. Los mas de 1.500 hinchas que viajaron a Goiania fueron un fiel reflejo de lo que significa para la institución jugar una vez más una instancia definitoria.

En la previa, el rojo pintaba como favorito, pero las preguntas que se imponían ante eso fueron: ¿Porque algunos días atrás el Goias descendió a segunda división? Por si no lo saben, el rojo marcha antepenúltimo en el Apertura, a 23 unidades del líder; ¿Porque Goias en la copa sólo ganó (antes de la final) un partido en su estadio? Les recuerdo que Independiente llegó a Brasil sin ganar fuera de casa. En una final los números, las estadísticas y los pronósticos quedan de lado. Se juega un partido de 180 minutos en el cual nada se define durante los primeros 90. En mi opinión siempre hubo paridad en los papeles y más si se trata de una final entre conjuntos argentinos y brasileros.

En el primer tiempo vimos a un Independiente que se fue al vestuario golpeado, preocupado y lleno de dudas. Durante la primera mitad jamás pudo encontrar solidez defensiva, tuvo problemas con el retroceso de los mediocampistas por las bandas, perdió rápido la pelota, no encontró un conductor y generó poco y nada en ofensiva. A los 12 minutos de juego tenía a 2 de sus 3 defensores amonestados, y a los 21 de esa primera mitad ya perdía 2 a 0. Sorprendió ver a un rojo tan bajo futbolísticamente hablando. No pudo reponerse ante la adversidad, solo inquietó al arquero rival con centros al área que no tuvieron final feliz. Y para colmo de males, su rival tampoco era un reloj suizo. Un equipo mediocre, que se aprovechó de los errores defensivos del conjunto de Avellaneda; un equipo sin el sello brasilero del "jogo bonito". En los primeros 45 mostraron entrega, un buen trabajo presionando a los de Mohamed en la salida y oportunismo. Un equipo tácticamente ordenado, disciplinado, y nada más.

Para el segundo tiempo, el Turco probó con el ingreso de Patricio Rodríguez en lugar de Fernando Godoy. Con el ingreso de Pato se buscó frescura, cambio de ritmo, velocidad, un jugador capaz de abrir o romper el cerrojo defensivo impuesto por el equipo goiano. De arranque mismo el juvenil le dio la razón al DT. Pero cuando Independiente, lentamente, comenzaba a construir una recuperación que le permitiera conseguir el descuento, sufrió un nuevo golpe; la expulsión de Andrés Silvera, quién le pegó con su codo al defensor Rafael Tolói. El arbitro paraguayo Carlos Torres expulsó al Cuqui a los 57 minutos de juego a instancias del 4to hombre. Esa fue la única incidencia en la que Independiente lastimó a Goiás(y desgraciadamente no fue por goles convertidos).
Parecía que ante ese cuadro de situación la cosa se le iba a complicar aún más al rojo, que sin embargo, con un hombre menos, manejó la pelota (sin herir al rival) lejos de Hilario Navarro ante un Goias limitado que se enamoró de los 2 goles convertidos en la primera parte y que sólo buscó bajarle la persiana al partido manteniendo ese resultado.

No hubo diferencia de 2 goles entre ambos equipos en el desarrollo del partido. Pero las finales se ganan, y para ganar se necesita convertir goles. Independiente no hizo bien las cosas en ataque y defensa y lo pagó con derrota. Pero creer que el equipo argentino no podrá remontar en Avellaneda esta historia es desconocer su rica tradición copera. Empujado por el aliento de su gente que colmará el Libertadores de América, este rojo que ya sabe lo que es remar contra la corriente en la Sudamericana y llegar con vida a buen puerto, tiene las herramientas necesarias para ajustar algunas tuercas y sumar el 16to título internacional para sus vitrinas.

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