lunes, 16 de mayo de 2011

Simplemente...Titán.

Después de muchos años de"olvido" siento la necesidad de escribir algunas líneas sobre Martín Palermo. Goleador de raza, generoso dentro y fuera de un rectángulo de juego, optimista y oportunista, luchador infatigable. Pocos jugadores en el mundo han asimilado tantos golpes en su vida y los han transformado en estados de superación absoluta como lo hizo Martín. Ídolo, referente y ejemplo, para sus compañeros. Un caballero, sentencian sus rivales. Su manera de jugar, incluso su prestación a nivel colectivo han sido motivo de largos debates mediáticos, de tribuna y de café. Pero el tipo siempre estaba ahí, esperando prolongar un romance inquebrantable con el gol, ese amor que lo tiene como el máximo goleador de la historia de Boca Juniors. 

Su carrera profesional tiene fecha de vencimiento, al finalizar el Clausura 2011, colgará los botines y le dará paz a las redes. Quienes fuimos contemporáneos suyo le debemos profunda gratitud. Ya no hace falta que los abuelos nos hablen de los Erico, Labruna, Sanfilippo o Cherro, porque nosotros vimos a Martín Palermo. Sí, a ese que le metió goles a River de todos los colores, ese que le metió un gol a Independiente desde la mitad de cancha, ese que desde dicho sector le hizo a Vélez un gol de cabeza. El mismo Palermo que convirtió un gol ante Colón habiendo sufrido minutos antes una rotura de ligamentos; el mismísimo que a Platense le marcó de penal resbalándose y conectando con los dos pies juntos. Martin Palermo es mucho más que un simple goleador, es un iluminado, alguien que convive con total naturalidad con el milagro. Solo él puede soportar una mochila de plomo sobre su espalda luego de pasar 952 minutos sin marcar. Pocos como él pueden convertir duras lesiones en enseñanzas de vida, porque no me cabe la menor duda que Palermo es un maestro. Me permito ser un tanto injusto al pensar que su paso por el seleccionado nacional tal vez sea una pequeña mancha en su carrera. No le ha ido bien, es cierto, pero nadie mejor que Martín sabrá los motivos. Diego Maradona lo premió con un Mundial, y el nacido en La Plata lo retribuyó con el gol ante Grecia; ¿de que otra manera podía ser?

Ante Banfield en La Bombonera o contra Gimnasia en El Bosque, ahí se despedirá el Martín Palermo futbolista, alguien que hizo mejores a los de su equipo y obligó a la superación del rival. El vacío que deja será muy difícil de llenar. En un fútbol netamente exportador como el nuestro, uno de estos viene cada 50 años, pero aquellos que tenemos una mirada neutral nos quedamos tranquilos y satisfechos por haberlo disfrutado. Gracias Titan!.



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